En 1931, en París, el Barón Houtart dio un excelente discurso que resumía los 10
años de historia de la FCI, ya que fue reconstituida en 1921. Nos parece interesante
publicar una parte del mismo.
Informe técnico del Sr Alb. Houtart, Secretario-Tesorero,
sobre el período de 10 años, desde 1921 hasta 1931, y sobre el año fiscal 1930-1931
Caballeros,
Como se ha indicado hace un momento en el informe de nuestro Presidente, el Conde
de Lérida, la primera década de la resurgida Fédération Cynologique Internationale
de la posguerra llega hoy a su fin. Sin duda es interesante echar una rápida mirada
atrás a este período, resumiendo brevemente los acontecimientos.
La Fédération Cynologique Internationale (FCI) fue establecida en su forma original
en 1911, como muchos de ustedes recordarán. Yo mismo tuve el honor de ser el secretario
de la FCI desde 1912 en adelante, junto al ahora fallecido Dr Kloppert de Hilversum.
En esa época la Fédération cubría los principales países de Europa Occidental. La
Cinología Nacional se estableció en el continente en torno a 1880 por entusiastas
de perros de caza, tanto expertos como aficionados del deporte, e inicialmente ofrecía
una cierta unidad, debido a que reflejaba ampliamente la cinología inglesa. La evolución
de esta última hacia un predominio de la cría para la belleza, en detrimento de
la cría para el trabajo, una cierta mentalidad mercantil derivada de ello, junto
con las restricciones de cuarentena que cerraron las fronteras inglesas a las importaciones,
ha provocado que en los países europeos adoptaran una cultura deportiva diferente
a la de Inglaterra. Únicamente con acuerdos individuales entre sí, pero sin federación
global alguna, han evolucionado en direcciones diferentes. Pronto se encontraron
grandes diferencias en sus reglamentos, hasta tal punto que incluso palabras tan
comunes como criador, afijo, campeonato o clase abierta correspondían en cada país
a realidades muy dispares. La consolidación de razas nacionales específicas de cada
región y su empleo en usos propios específicos ha servido para exacerbar esas diferencias.
El rápido desarrollo de los nuevos medios de comunicación ha mostrado pronto las
deficiencias de esta situación. Las competiciones internacionales, que se pusieron
de moda en todos los deportes y que atraían no sólo a criadores de perros, sino
también a propietarios de caballos, pilotos de automóviles, tenistas, futbolistas
o jugadores de polo se pusieron difíciles por la idiosincrasia del órgano de gobierno
de cada deporte. Era por lo tanto el espíritu de unificación, junto a la necesidad
de una disciplina y apoyo mutuo, que habría de guiar a los miembros fundadores de
la FCI en 1911.
Esta no fue, sin embargo, una tarea fácil, ya que, aunque cada uno de ellos mostró
indudablemente mucha voluntad y cortesía, también fueron guiados por las costumbres,
las necesidades nacionales e incluso los prejuicios de viejos clubes y criadores
muy arraigados a su rutina. Las reuniones anuales celebradas en París, Ámsterdam,
Berlín y Bruselas, sin embargo, revelaron el deseo unánime de unificarse. Con el
principio federal, generalmente aceptado, las cosas se fueron desarrollando perfectamente,
hasta que el estallido de la guerra en 1914 puso un fin brusco a la primera Fédération.
En el transcurso de 1919 y 1920, cada país hizo balance de sus cinófilos y perros
restantes, restauró el orden en su propia casa y pronto comenzó a pensar en sus
vecinos. Los acontecimientos han demostrado el poder de la ayuda mutua y del espíritu
de cohesión. El 10 de abril de 1921 en París, la Société Centrale de France, representada
por el difunto Duque de Lesparre, el Conde Clary y el Conde Jaubert, y la Société
Royale Saint-Hubert de Bélgica, representada por el Sr Victor Du Pré y por mí mismo,
fundó una nueva Fédération Cynologique Internationale en estas mismas salas donde
ahora estamos sentados, con el Conde Clary como su primer Presidente.
Ninguna federación podría haber tenido un punto de partida más modesto que la reunión
de dos socios. Las cosas han cambiado mucho desde entonces y ahora tenemos once
órganos de gobierno como miembros, que van desde la verde Erín a los Balcanes, una
unión de clubes de galgos y el comité general encargado de un libro genealógico
internacional dedicado a una raza que se encuentra en todo el continente y que no
pertenece a un solo país: el Grifón de muestra de pelo duro.
El hecho es que la nueva Fédération Cynologique Internationale (FCI), desde el primer
momento, tenía toda la intención de desarrollar su ámbito. Dejando por el momento
la tarea de apaciguar ciertas sensibilidades, la FCI recurrió primero a los órganos
de gobierno de los países aliados y neutrales que habían pertenecido a la federación
antes de la guerra. La Carta Federal fue redactada de tal forma que no excluía a
nadie. En el año del restablecimiento de la FCI, los órganos de gobierno de los
Países Bajos, España e Italia se unieron a nuestras filas, seguidos de Suiza en
1922 e Irlanda en 1927. Un poco más tarde, la FCI tuvo el placer de contribuir a
la fundación y organización de nuevos órganos, admitidos en calidad de miembros
asociados: el Principado de Mónaco en 1928, Yugoslavia en 1929, el Gran Ducado de
Luxemburgo en 1930. Era agradable ver como su trabajo se alejaba de las cuestiones
puramente administrativas y era cada vez más constructivo.
En 1930, la FCI concluyó un acuerdo temporal con uno de los dos órganos de gobierno
en Alemania, un acuerdo no ignorando por completo la existencia del otro. Este modus
vivendi se hizo necesario por esta dualidad. La FCI ha confiado a tres delegados
la tarea de tratar de cumplir un deseo al que se concede la mayor importancia: el
establecimiento de una única representación internacional de la cinología alemana.
Estarán de acuerdo conmigo en que los dos clubes que fundaron la FCI en 1921, proporcionaron
a la construcción unos sólidos cimientos. Nada puede probar esto mejor que la siguiente
constatación: los primeros estatutos han permanecido en vigor sin ninguna modificación
importante en los últimos diez años, a pesar del aumento de los miembros procedentes
de todos los rincones de Europa.
Al observar más de cerca estos estatutos, vemos que contienen seis principios rectores:
el respeto a la independencia de cada organismo miembro; reconocimiento mutuo del
trabajo de cada miembro; la igualdad de derechos y responsabilidades; el deseo de
unificar reglamentos, exposiciones y competiciones abiertas a la participación internacional;
una disciplina voluntaria aceptada para este fin por decisiones que deben ser tomadas
por unanimidad; ayuda mutua en todos los asuntos.
El tiempo ha puesto estos principios a prueba, bajo las sucesivas presidencias anuales
del Conde Clary, V. Du Pré, van der Vliet, el Conde de Lérida, Bosisio, Nuscheler,
el Conde Jaubert, V. Du Pré, van Lier, todos los aficionados al mundo canino con
experiencia en la difícil tarea de la gestión de las organizaciones deportivas;
el Sr L. Tabourier y yo nos hemos sentido afortunados de haber estado junto a ellos
durante los últimos diez años, gestionando la oficina como secretario y secretario-tesorero.
No sin cierto orgullo, la FCI puede enumerar aquí los resultados prácticos obtenidos
en el marco de sus estatutos. Júzguenlos por sí mismos.
Nuestra vitalidad es conocida entre criadores de perros y aficionados gracias al
doble campeonato internacional: por un lado, el campeonato para perros de trabajo
reservado a los perros de trabajo, para los que las pruebas de trabajo se suelen
celebrar en los países miembros federados, es decir, para los perros de caza en
gran búsqueda y caza práctica, perros levantadores y cobradores, sabuesos, basset
hounds, terriers y teckels que trabajan tanto por encima como por debajo de tierra,
perros de pastoreo de ganado (vacas y ovejas), perros de rastro, perros guardianes
y perros de guerra (para funciones de comunicaciones, coordinación o ambulancias);
y por otro lado, un campeonato internacional de belleza abierto a todas las demás
razas.
Los perros se convierten en campeones internacionales (y al hacerlo, reciben un
bonito certificado) mediante la obtención de varios “certificats d'aptitude” en
las exposiciones o pruebas celebradas un número limitado de veces al año en cada
país, bajo el patrocinio de la FCI, y designadas por la órgano de gobierno nacional.
Estos premios se deben obtener en un plazo determinado de tiempo (un año como mínimo)
en varios países diferentes y con varios jueces distintos. Sólo los perros de pura
raza, registrados en un libro de orígenes reconocido y con méritos excepcionales
declarados pueden recibir este tipo de premios. Esto significa básicamente que no
encontrarán campeones internacionales por las calles. Adjuntas al acta de la reunión
de hoy (Anexo VI) encontrarán estadísticas que muestran que, en los últimos diez
años, tan sólo dieciocho perros han sido galardonados con el título de campeón internacional
de belleza...